No vengas a hablarme de miserias y hambres
a mi que conozco el sabor de tus pieles
y tus mieles, mujer, de tus labios del color de la murta
de los pliegues ocultos que dejaste a merced de mi niñez
Mujer hambrienta, angelical, puta
vestida con lanas moradas
y el pelo cayendo sobre dos pechos lunares
tú que no conoces la miseria
Ábreme de nuevo el carruaje de tus piernas
y hunde tus manos en el rictus desgarrado de tus ganas
"Apurate, o acabaré sin ti" dijiste
enardeciendo los caminos de mi sangre
Vuelve a tocar tus pechos como en los buenos viejos tiempos
cuando jineteabas mi fortaleza material
aferrándote a mi boca con tu boca
y el cabello agitando su bandera dorada por el techo de la pieza
esos tiempos de gemidos y fluidos
cuando acabábamos tres veces cada uno
¿Me recuerdas arrastrándome en tu cama
exhausto como las nubes en primavera?
No me vengas con eso de miserias o de hambres
Tú que alimentaste una legión de noches ciegas
y me diste de patadas y de mares hasta el alba.
